29 agosto 2025

LAS MOMIAS DE SAN ANGEL


Estas momias se encuentran en el Museo, Templo y Ex – convento de Nuestra Señora del Carmen, ubicado en la Colonia San Ángel, en la Alcaldía Álvaro Obregón, En la CDMX.

En una de las entradas se lee el siguiente texto: “BAJARÁS AL SEPULCRO EN MADUREZ, COMO A SU TIEMPO SE RECOGEN LAS HACES DEL TRIGO”, es una sentencia de Job, del capítulo 5, versículo 26, y parece ser el indicador para la siguiente leyenda.

Este recinto se construyó en 1615, por la orden de los monjes carmelitas, y se fundó por el religioso ingles Simón Stock.

Es precisamente en este lugar en donde se encuentran  las tan famosas momias, de las cuales, su procedencia es tan oculta, que ha dado al surgimiento de numerosas historias de todo tipo.

Algunas de ellas datan de la época de la colonia, otras, se dice, que son el producto de quienes se han atrevido a alterar la paz del lugar.

En este último caso se encuadra la siguiente historia, una noche del año 1960, dos jóvenes tomaron la decisión de aventurarse hacia el interior del edificio, que para ese año, ya tenía tiempo de no profesar el culto para el que fue construido.

La apuesta era muy simple, pasar la noche completa dentro del recinto; así que se armaron de una linterna, comida para esa noche, una buena cantidad de café y un poco de licor.

Con todos los aditamentos en sus mochilas, brincaron por una de las bardas y se introdujeron entre los pasillos silenciosos y vacíos del claustro, lentamente llegaron a la celda que en otros tiempos, había sido la habitación de uno de los monjes superiores, se acomodaron para cenar, y al terminar se dispusieron a descansar.

Todo iba marchando bien, hasta que un grito desgarrador los sacó de su descanso. Ayayay…ayayay, tened misericordia de mí, piedaaaaad…

Colmados de miedo, pero también de curiosidad, decidieron descubrir de qué lugar emanaban esos gritos, de pronto, escucharon otro grito, igual de lastimero: vais a cometer un crimen en nombre dios quien decís, servís, deteneos.

Entonces cayeron en cuenta, que lo que habán escuchado era castellano antiguo, y eso los terminó de convencer de que tenían que descubrir lo que estaba pasando. Se levantaron y comenzaron a bajar las escaleras, dirigiendo sus pasos a donde se escuchaban los gritos.

Al llegar al lugar de donde procedía el alboroto, quedaron inmovibles ante lo que se presentaba ante sus ojos. Ante ellos, dos monjes azotaban con furia la espalda de una monja que estaba atada con cadenas a otros dos frailes, y estaban delante del altar donde actualmente se encuentran las momias.

Mientras la monja pedía clemencia y que se detuvieran, un hombre vestido de negro y muy molesto le gritaba en la cara: vuestro fanatismo os condujo a que mi padre perdiera la vida en el patíbulo.

Inmediatamente después de esto, un fraile desenrollo un pergamino y dio lectura a lo siguiente: este santo tribunal, basado en las reglas eremitas, os condena a ser enterrados vivos.

En el suelo, había tres grandes huecos, que parecían fosas, y cada uno de los caballeros, así como la monja, fue arrojado con todo y cadenas al interior, para después, clavar unas enormes tarimas encima de las tres fosas.

Los jóvenes se encontraban estupefactos por lo que estaban viendo, sin saber que faltaban algunas cosas por ver. Uno de los mojes superiores de la orden, dijo con una sepulcral voz: repetid la sentencia de jeremías, y todos a coro respondieron: MALEDICTUS QUI FACIT OPUS DEI NEGLIGENTER.

Cuando el eco se desvaneció, el fraile superior indicó a los otros dos condenados sus respectivos sitios: entrad ustedes dos y recibid vuestro castigo. Y los dos se dirigieron sin queja alguna, y precedieron a emparedarlos con mezcla y tabiques.

Los jóvenes, asustados y creyendo que era una secta religiosa, se acercaron a los religiosos para recriminarlos, y al darse cuenta que bajo los hábitos solo se encontraban rostros descarnados, salieron del lugar lo más rápido que pudieron. Por supuesto, nadie les creyó la historia, aunque la narraron muchas veces.

Ahora bien. La siguiente historia es la acontecida durante la colonia, y explica lo que vieron estos jóvenes aventureros.

Se cuenta que a finales del siglo XVI, arribaron los hermanos Carreto, Nicolo y Vittorio a la Nueva España. Su viaje no era de placer, y su tristeza aumento, cuando al pasar por la plaza mayor vieron todavía los restos de una hoguera.

Se encaminaron a encontrarse con maese Zavala, y se enteraron de los males que caían sobre su familia. Los enteró de que tres días antes había perdido la vida su padre en la hoguera, y que el cargo había sido hereje formal, apóstata, dogmatizante, practico y especulativo.

Su molestia fue muchísima contra la iglesia, y aumentó de grado y fuerza, al enterarse de que su hermana había ingresado como novicia en el convento de las carmelitas.

Entonces decidieron retirar a su hermana de ese lugar a como diera lugar, le confiaron su plan a Zavala y se fueron a cumplir con su empresa. Aunque nadie lo confirmó, se cree que Zavala los delató ante las autoridades, ya que cuando los hermanos Carreto llegaron al convento, fueron recibidos por frailes y soldados.

Se convirtió en una serie de chispas surgidas por el choque de las espadas en la trifulca, y los hermanos Carreto, ante el desigual combate, decidieron retirarse y planear otra manera para sacar a su hermana.

Al día siguiente, la hermana María Carreto, fue notificada por las superioras del convento, de lo sucedido con sus hermanos, entonces ella les pidió que la dejaran irse sin problemas y evitar más enfrentamientos, pero las superioras se enojaron mucho y la castigaron encerrándola en su celda, y poco después, pensando en evitar otro ataque por parte de los hermanos, trasladaron a María Carreto al convento del Carmen, en San Ángel, en donde te nía que cumplir la sentencia de quedar encerrada en solitario hasta su último suspiro.

Por su parte, los hermanos no estaban dispuestos a dejar la situación de esa manera, así que sobornaron a dos legos del convento para que los dejaran entrar y rescatar a su querida hermana.

Después de llegar al arreglo mediante una cuantiosa cantidad de dinero, los hermanos ingresaron al lugar a la media noche, todo iba marchando bien, y estando muy cerca de la celda en donde se encontraba su hermana, fueron sorprendidos por el fraile que vigilaba durante lo noche, quien inmediatamente dio la alarma de que había intrusos en el convento.

Nicolo y Vittorio Carreto fueron atrapados y encerrados en las mazmorras que eran utilizadas para castigo. Poco después se dictó la condena a la que fueron sentenciados.

A los legos que ayudaron a los hermanos, se les castigó según la justicia de jeremías, que se menciona en el capítulo 48, versículo 10, y fueron emparedados con vida.

María y sus hermanos, fueron sometidos según lo sentenció Job, capítulo 5, versículo 26.

Finalmente los tres fueron emparedados, y con el tiempo sus cuerpos se momificaron.

Para finalizar la leyenda, se dice que durante las noches, todos los participantes de este acto tan cruel, bajo sus apariencias momificadas, reviven el proceso que culminó en su cruel destino.


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